Ciudad del
Vaticano (EVARED-Ecuador) - Benedicto XVI recibió el jueves 16 de octubre a los
obispos de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana en su visita "ad
limina". En esta ocasión el Papa reiteró a los prelados el pésame por el
fallecimiento del cardenal Antonio José González Zumárraga, arzobispo emérito
de Quito.
"Constato
con satisfacción -dijo después el Santo Padre- que una de las iniciativas
pastorales que consideráis más urgentes para la Iglesia en Ecuador es la
realización de la “gran misión” convocada por el Episcopado Latinoamericano en
Aparecida…. El llamado que el Señor Jesús dirigió a sus discípulos, enviándoles
a predicar su mensaje de salvación y hacer discípulos suyos a todos los pueblos
debe ser para toda la comunidad eclesial un motivo constante de meditación y la
razón de ser de toda acción pastoral".
"Para
hacer frente a los numerosos desafíos de vuestra misión, y en medio de un
ambiente cultural y social que parece olvidar las raíces espirituales más
profundas de su identidad, resulta necesario llevar a cabo un generoso esfuerzo
de difusión de la Palabra de Dios, de tal manera que nadie se quede sin este
imprescindible alimento espiritual, fuente de vida y de luz".
El Papa
recordó que esta tarea misionera y de difusión de la palabra "se apoya de
una manera especial en los sacerdotes", y que ante la escasez de clero en
muchas zonas de Ecuador los prelados estaban "decididamente empeñados en
implicar a todos los grupos, movimientos y personas" de sus diócesis
"en una amplia y generosa pastoral vocacional". "Este esfuerzo
-advirtió- ha de ir acompañado del máximo cuidado en la selección y en la
preparación intelectual, humana y espiritual de los seminaristas. De esta
manera podrán asumir con gozo y responsabilidad las exigencias del futuro
ministerio”.
"En
esta importante etapa de la historia la Iglesia en Ecuador necesita un laicado
maduro y comprometido que, con una sólida formación doctrinal y una profunda
vida interior, viva su vocación específica: iluminar con la luz de Cristo toda
la realidad humana, social, cultural y política", subrayó Benedicto XVI,
agradeciendo a los prelados sus esfuerzos para "reclamar la atención de la
sociedad sobre aquellos valores que hacen la vida humana más justa y
solidaria".
"Si
bien la actividad de la Iglesia no puede confundirse con el quehacer político
-dijo- ha de ofrecer al conjunto de la comunidad humana su propia
contribución a través de la reflexión y de los juicios morales, incluso sobre
aquellas cuestiones políticas que afectan de modo especial a la dignidad de la
persona".
El Santo
Padre concluyó exhortando a los obispos a prestar atención especial a la acción
caritativa de sus Iglesias, "en la que se haga presente el amor
misericordioso de Cristo, sobre todo a las personas que pasan necesidad, los
ancianos, los niños, los emigrantes, así como a las mujeres abandonadas o
maltratadas”.
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